
El escritor madrileño José Ovejero recoge en Zafra el XVIII Premio Dulce Chacón de Narrativa Española
El galardón está dotado con 9.000 euros y la escultura 'El abrazo' El escritor madrileño José Ovejero ha recogido de manos del alcalde de Zafra, Juan Carlos Fernández, el XVIII Premio Dulce Chacón de Narrativa Española por su novela ‘Mientras estamos muertos’. Un galardón dotado con 9.000 euros y...
OBRAS FINALISTAS
El Premio Dulce Chacón de Narrativa Española fue creado en 2004 en homenaje a la escritora zafrense Dulce Chacón. Se concede a una obra de género narrativo -en cualquier subgénero correspondiente- escrita en castellano e impresa y editada en España.
Dotado con 9.000 euros y la escultura “El Abrazo”, del escultor mallorquín Iñaki Martínez, el Premio Dulce Chacón está organizado por el Ayuntamiento de Zafra en colaboración con la Junta de Extremadura y la Diputación de Badajoz. En su estructuración, cuenta además con la participación de un jurado profesional y con la colaboración de lectores y lectoras de la ciudad de Zafra.
Los premiados en las anteriores ediciones celebradas han sido:
- I Edición (2004): Adolfo García Ortega, por El comprador de aniversarios.
- II Edición (2005): Fernando Marías, por Invasor.
- III Edición (2006): Ignacio Martínez de Pisón, por Enterrar a los muertos.
- IV Edición (2007): Fernando Aramburu, por Los peces de la amargura.
- V Edición (2008): Rafael Chirbes, por Crematorio.
- VI Edición (2009): José Antonio Garriga Vela, por Pacífico.
- VII Edición (2010): Belén Gopegui, por Deseo de ser punk.
- VIII Edición (2011): Berta Vias Mahou, por Venían a buscarlo a él.
- IX Edición (2013): Gonzalo Hidalgo Bayal, por Conversación.
- X Edición (2015): Luis Landero, por El balcón en invierno.
- XI Edición (2016): Cristina Fernández Cubas, por La habitación de Nona.
- XII Edición (2017): Fernando Aramburu, por Patria.
- XIII Edición (2018): Javier Marías, por Berta Isla.
- XIV Edición (2019): Antonio Soler, por Sur.
Breve biografía de la escritora Dulce Chacón, Hija Predilecta de Zafra
Dulce Chacón Gutiérrez nació en Zafra el 3 de junio de 1954 y murió en Brunete (Madrid) el 3 de diciembre de 2003. Hija del abogado y escritor Antonio Chacón, alcalde de Zafra de 1960 a 1965, y de María Gutiérrez, hija del conde de Osilo, Dulce Chacón formó parte de una familia tradicional originaria de Almendralejo.
Aficionada a la escritura desde niña, Dulce comenzó a publicar en 1992. Durante los once años que duró su carrera literaria, escribió y editó:
Poesía: Querrán ponerle nombre (1992), Las palabras de la piedra (1993), Contra el desprestigio de la altura (1995), Matar al ángel (1999), Cuatro gotas (2003).
Novela: Algún amor que no mate (1996), Blanca vuela mañana (1997), Háblame, musa, de aquel varón (1998), Cielos de barro (2000), La voz dormida (2002).
Cuentos: Te querré hasta la muerte (2003).
Teatro: Segunda mano (1998)
Biografías: Matadora (1998).
Ganó el premio de poesía Ciudad de Irún (1995), el Premio Azorín de Novela (2000) y el Premio Libro del Año del Gremio de Libreros de la Feria del Libro de Madrid.
Escritora social y políticamente comprometida, sus primeras tres novelas forman una trilogía sobre la incomunicación en la pareja y la huida. En las dos últimas abordó como argumento la Guerra Civil española.
Dulce Chacón vivió en Zafra hasta los once años, cuando se trasladó con su familia a Madrid. Extremadura aparece, sobre todo, en Cielos de barro, novela que dedicó a Zafra y a su padre:
A mi padre, que escribió La consulta médica. Y a Zafra, por la añoranza, y por la música de las palabras recuperadas en el ejercicio de la memoria.
Otras menciones a Zafra aparecen además en La voz dormida y en alguno de los relatos de la obra póstuma Diario de una mujer muerta y otros cuentos.
El Ayuntamiento de Zafra nombró a Dulce Chacón Hija Predilecta el 17 de febrero de 2005, «en reconocimiento a su grandeza como escritora y como persona».
Algunos fragmentos de la literatura de Dulce Chacón
“Vino de noche. Dijo que regresaba para morir. Traía la muerte en los ojos, ¿sabe usted? Pero no la de esos pobres desgraciados que están en el depósito. No. Traía en los ojos la propia muerte, la suya, la de él.” Cielos de Barros.
“Sus dedos diminutos luchaban con el guante de lana, y su voz, aflautada para la ocasión, acompañaba la pantomima para ahuyentar el miedo.
El miedo de Elvira. El miedo de Hortensia. El miedo de las mujeres que compartían la costumbre de hablar en voz baja. El miedo en sus voces. Y el miedo en sus ojos huidizos, para no ver la sangre. Para no ver el miedo, huidizo también, en los ojos de sus familiares.” La voz dormida
“Cuando hay que pedir amor todo está perdido. El amor no se pide, el amor se da. Prudencia lo supo al preguntar a su marido por primera vez si la quería.” Algún amor que no mate